Desde nuestro primer día en Boston nos propusimos no caer en la tentación de la comida chatarra. No compramos comida congelada, ni pedimos. Todo casero, y lo más sano y equilibrado posible.
No siempre es tan fácil. Así fue como un domingo a la noche, sin hambre y cansados, decidimos hacer UNA hamburguesa.
Calentamos la plancha, tostamos el pan, pusimos la hamburguesa, prendimos el extractor de aire, y de repente ninuuuuuu-ninuuuuuuuuuu-ninuuuuuuuuuuu se dispararon todas las alarmas de incendio, ensordecedoras!. Pepper desesperada salió al balcón, nosotros paralizados esperando que entren los bomberos de un minuto a otro.
Momento de lucidez, llamemos a avisar que es falsa alarma!! Llamamos y explicamos que sólo queríamos hacer una hamburguesa, y que no había fuego ni razón para que vengan a tirar la puerta abajo. Por suerte nos apagaron las alarmas sin necesidad de visita de bomberos.
A quien no pudimos convencer de que no había fuego y que estaba todo en orden fue a Pepper. Se quedó en una esquina del balcón y no quería volver a entrar al departamento. Tuvimos que crear un camino de galletitas que empezaba en el balcón y terminaba en el medio del living… la alfombra llena de migas, la hamburguesa fría y nosotros mucho más cansados…todo por culpa de la alarma alarmista…
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