Estando lejos de todo a lo que uno está acostumbrado hace que todas esas cosas que eran fáciles o comunes nos parezcan ahora indispensables.
Así es como pasé más de una hora, recorriendo cada góndola del supermercado en busca de Pate de Foie.
Estaba antojada de huevos rellenos, de esos que comemos en navidad y año nuevo, así que fui en busca de los ingredientes.
Busqué en la góndola de enlatados, la de importados, la de carnes en conserva, y nada. Tanto, tanto tiempo pasé mirando en detalle cada góndola que se me acercó un empleado del supermercado a preguntarme si necesitaba ayuda, por supuesto que si! Le digo al empleado que estoy buscando Pate de Foie, y me mira con cara rara y me dice que no sabe lo que es. Rebusco en mi mente alguna explicación, o traducción al inglés de lo que estoy buscando, y lo primero que me sale es “Higado de Pato” (ya se que es ganso, pero no me salió). El señor, muy contento, sonríe y me dice que lo espere, que me lo va a traer. Unos minutos después me entrega una bolsa llena de tripitas ensangrentadas. Pusé mi mejor cara, agradecí mucho, y apenas estuve lejos del alcance de su mirada, dejé las tripitas en una góndola refrigerada y volví a mi casa.
Sigo sin conseguir Pate de Foie.
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